martes, 3 de agosto de 2010

El amor es la violencia

"En la pelea entre tu y el mundo, ponte del lado del mundo" - Franz Kafka

Si no vivís como todos dicen, vas a morir antes que ellos. Empantanado en la angustia vas a caer. Este corazón lo sabe, pero va a dejar testimonio del pedazo de mierda corrupto que le tocó vivir.
Cuando todo termine, cuando todo se destruya, tal vez queden los restos de algunos que no quisieron hacerles el juego a los perversos, esos que son esclavos de cosas que ni se enteran.
"Bajar la cabeza, resignarse hoy para zafar mañana", dicen las voces que se escuchan por ahí. No hay tal mañana. La única salida es destruirlos. Eso quiere decir destruirse también.
Hay cosas que no se hablan, ni se se compran, ni se intelectualizan. Esta parte que hoy llaman "mal", es la esencia del ser humano. Lo demás es charlatanería barata para pensar siempre en la posteridad.
Crearon todo bajo la premisa de evitar el dolor. Vivir duele. De la mano de ellos, mucho más. Siempre te van a hacer sentir que juegan con vos, que beben de la misma copa. Pero no son malditos, ni quieren serlo. Tienen miedo. El miedo es lo más común que puede sentir un hombre, de los sentimientos más nobles. A ellos paradójicamente los asusta el miedo. Comen bosta y se quejan del mal olor. No comerla tiene sus costos. Y ahí es donde aparece lo humano. La sangre, la sensación, lo impulsivo. Lo que no habla, pero golpea más que cualquier cosa.
Eso es lo que tendrán que percibir quienes edifiquen sobre el desastre. Si es que queda alguien. Si no quedaran testimonios de pocos que captaron algo diferente, pero que todos alguna vez sintieron cuando soñaban. De que alguna vez en este planeta vivió algo que se decía llamar ser humano pero olvidaba su esencia, y por eso desapareció.
Llamarse "mal", llamarse maldito. Hoy tenemos que sentirnos orgullosos de eso. Siempre que la basura racional diga que sos una porquería, hay que sentirse tranquilo. Todo lo que ellos tiran al tacho es nuestra forma mas profunda y acabada, nuestra cosa primogénita.
Vamos a morir de un cáncer del cual nadie puede zafar. Ellos creen que sí. Lo único que nos queda es declararles la guerra. Intentar que otros también se la declaren, dejar la semilla que despierte la violencia incontenible. Esa que representa, entre otras cosas, lo más sincero que tiene el ser humano. El odio y el amor. Son lo mismo. Aquello que muestra la hilacha. Un beso, una trompada, un llanto, una sonrisa.
El que esto escribe está solo. Se está inmolando en vida. Si no lo estuviera, no lo podría escribir. Es lógico que este enfermo.
Tiene la impresión de que su cuerpo se desangra poco a poco. Sabe que no hay escapatoria, usa el papel para escupirlo de cosas que siente, con la contradicción de intentar que lo lea algún otro. Que lo tenga que decodificar.
Para concluir, vale una aclaración. Uno nunca puede (por suerte) escapar de su ego. Pero no se crean que es el típico "yo me salvo como única alma noble en este desconcierto, ustedes se matan". Es todo lo contrario. Es la carta de alguien que manchado de petróleo y sabiendo que jamás se lo podrá sacar de encima estando en vida, aúlla. Hay cosas que "leyendo", no se van a percibir de ningún modo. Espero que noten el color rojo de estos abismos que van a ser llamados reflexiones. La sangre de quien muere lentamente. Es un grito de auxilio, sabiendo que este último no existe. El desahogo para intentar seguir, pero no sólo eso. Es también un grito de guerra. Con los sordos nos quedan las miradas, las caricias, el cuerpo. Apenas comienzan los gestos, empieza el pecado. Este texto quiere traspasar los códigos de la escritura, del habla. Quiere ser agresivo, tosco, brusco, desenfrenado. Quien lo lea tiene que saberlo. Estas palabras quieren ser un puñal, una intoxicación, eso que indigesta pero representa el amor mas puro. Cuando se usa sangre en vez de tinta, se está intentando romper el decir. Hagamos vandalismo. Seamos leales a nuestros instintos, sabiendo que estamos hechos para ser depravados, canallas.
Tal vez uno nunca estuvo tan preso de estos podridos valores que escribiendo esto. Pero tal vez éste es uno de los métodos para degradarlos. Crear un embrión de odio. Dejar constancia que en algún lugar de esta mierda de mundo hubo olvidados.

La Condena de Caín

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