¿Hace cuánto nos olvidamos de nosotros? ¿Hace cuánto la cultura se olvidó del hombre? ¿Hace cuánto el arte se tornó tan inhumano?
Un hombre se hace número en una oficina, se hace nada en el discurso infinito de la inacción, se pierde como se pierde el valor de la ideología cuando es tan vulgarizada en el moderno mundo del no-concepto.
Pero el hombre jamás puede perecer en el arte. El arte es hecho por y para hombres. No sólo eso, el arte siempre habla del hombre. Hasta en su más grande omisión. Incluso en sus más vastos intentos por olvidarlo, siempre hablará del hombre.
Ante esta evidencia tan grande, cabe preguntarnos, ¿hace cuánto nos hacemos los boludos? ¿Hace cuánto nos parece natural la deshumanización total de la obra artística?
¿Cuándo fue que se volvió destacable una obra que tiene como objetivo el número, la nada, cuando al pensarlo nos parece tan inconcebible?Es por esto que cada encuentro humano debe ser fundamentalmente humano. Y esto forma parte de nosotros, de la cultura, del arte, del rock. Del día de hoy, en el que todos nosotros nos encontramos aquí atraídos por una misma fuerza. Fuerza ampliamente superior al techo que nos buscan imponer como inalcanzable.
La Condena de Caín