miércoles, 28 de enero de 2009

Yo creía que el alma me había sido dada para gozar de las bellezas del mundo, la luz de la luna sobre la anaranjada cresta de una nube, y la gota de rocío temblando encima de una rosa. Más cuando fui pequeño creí siempre que la vida reservaba para mí un acontecimiento sublime y hermoso. Pero a medida que examinaba la vida de los otros hombres, descubrí que vivían aburridos, como si habitaran en un país siempre lluvioso, donde los rayos de la lluvia, les dejaran en el fondo de las pupilas, tabiques de agua que les deformaban la visión de las cosas. Y comprendí que las almas se movían en la tierra, como los peces prisioneros en un acuario. Al otro lado de los verdinosos muros de vidrio estaba la hermosa vida cantante y altísima, donde todo sería distinto, fuerte, y múltiple, y donde los seres nuevos de una creación más perfecta, con sus bellos cuerpos saltarían en una atmósfera elástica. -Entonces le decía:- Es inútil, tengo que escaparme de la tierra.

"Los siete locos" - Roberto Arlt (escritor argentino 1900 - 1942)

1 comentario:

Anónimo dijo...

PALABRAS COMO SEMILLAS...

"Un laberinto en linea recta"

Un laberinto en línea recta,
una calle desierta
tan larga que cualquiera
de sus dos direcciones
obliga a la desesperanza.
Tal laberinto es eterno
en cuanto me supera.
Tal laberinto es íntimo,
en cuanto soy yo quien decide
si seguir o detenerse.
Tal laberinto sólo en mí es laberinto
en cuanto soy yo el indeciso.
Aun deteniéndome
tal laberinto
me transita.




NADA SEVERO
Jorge Gómez Jiménez